Todos, absolutamente todos en nuestra vida cuando perdemos a la persona que amamos nos sentimos devastados, deprimidos, sentimos que una parte de nosotros va con esa persona, y sí, la verdad se siente fatal. Buscamos consuelo, buscamos nuevamente a los amigos y a la familia que alguna vez dejamos de lado por dedicar el tiempo exclusivamente a la misma persona amada (¡Vaya error!).
En fin; pero la gran mayoría (intentando consolarnos) nos viene con la frasecita de “si te quiere, volverá” y te quedas tú esperanzado, no despegas los ojos de tu móvil, no sales del portón de tu casa, y de repente te encuentras con una ansiedad horrible, y ahí están, insisten con el “si te quiere, volverá”. Déjame decirte, querida amiga, querido amigo, que si te quería no se habría marchado.
Sé que es difícil, pero debes hacerte ya la idea, porque en eso consiste el amor, en perseverar, estar ahí a pesar de las adversidades, porque en las buenas cualquiera se queda. Ahora te invito a vivir, porque apostamos que eso que estás haciendo ahora mismo no es vivir, el “estar esperando” es ahogarte, es asfixiarte, es simplemente dejar de vivir.
¡Vamos! ¡Sal de ahí! ¡Vive! A ti mujer ponte guapa, ponte esos tacones que hacen mover el suelo, esos labiales rojos que tanto te gustan como quedan con el contraste de tu piel, ¡vamos anímate! A ti hombre, hazte ese corte de pelo que no te animabas a hacerte, comprarte esa playera que te sienta tan bien, ¡tú puedes! ¡Yo sé que sí puedes! Deja de esperar, esto pronto pasará, te lo aseguro, y si vuelve… ¡bien! Y si no, ¡bien también!, pero no pierdas tu vida esperando algo que quizás no llegará nunca.
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