El dicho reza “entre nosotras podemos destrozarnos, pero jamás nos haremos daño”, pero creo no hay nada más equivocado, la agresión siempre daña. Palabras más, palabras menos, hay quienes no le dan mucha importancia a los adjetivos, pero como buenos seres sociables siempre afecta en menos o mayor impacto un insulto, sobre todo cuando cuando viene de alguien de nuestro mismo género.
Decirnos adjetivos ofensivos puede volverse una práctica común. Lamentablemente, muchos tienen la idea de que es normal que una mujer se refiera a otra con palabras fuertes, a veces hasta lo asocian con la envidia, por eso, aquí tres poderosas razones para dejar de hacerlo.
1. Nos debilita como mujeres
Simplemente por el hecho de ser mujeres debe existir cierto apoyo o por lo menos algo de empatía, porque todo es cíclico, así como podemos ser las agresoras, también podemos ser las agredidas, es fácil juzgar, pero el verdadero reto es entender a la otra persona.
2. No dice nada bueno de ti
Hay quienes aseguran que lo que criticas en otras personas es lo que no puedes aceptar de ti mismo, son proyecciones inconscientes de tu propia personalidad. Empezar por un ejercicio de autocrítica no nos cae mal a nadie.
3. El respeto a los demás te enriquece como persona
Somos una sociedad donde todos necesitamos de todos. Para nutrirnos es importante encontrar la forma de aprender a convivir con los demás dejándolos ser, si estás o no de acuerdo con su actuar, siempre puedes encontrar algo que aprender de esa persona, cuando vemos más allá de nosotras mismas, podemos encontrar mundos increíbles, personas invaluables.
El mundo lleva una vida tratando de pasar por encima de nosotras, y en lugar de apoyarnos entre género ¿qué hacemos? Nos destruímos. Que eso no siga pasando.
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